MEXICALI, ABRIL 16, 2020. El ensenadese Asael Gerardo Arroyo Re, comparte en entrevista detalles sobre su proyecto “Voces de Bahía de los Ángeles”, seleccionado en la categoría de Jóvenes Creadores dentro del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (Pecda) que el Gobierno del Estado de Baja California otorga anualmente a través de la Secretaría de Cultura de Baja California.
Arroyo Re (Ensenada, 1990) es licenciado en la carrera de Derechos Humanos y Gestión de Paz, por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Dirige y edita la revista digital El Septentrioìn.
Ganador del Premio Estatal de Literatura de Baja California 2016, en el rubro de Periodismo Cultural, por el libro “Viajes de un ensenadense inocente”. Actualmente, estudia la maestría en Antropología Social, en CIESAS.
“Voces de Bahía de los Ángeles” pretende, a través del periodismo, dar voz al que no la tiene. Platícanos en qué consiste esta propuesta.
Me gustaría comenzar por decir que “Voces de Bahía de Los Ángeles” es una especie de extensión de mi proyecto de tesis de maestría en Antropología Social, por el cual estuve tres meses de trabajo de campo en este poblado.
Con esa investigación intento entender qué cambió, qué no cambió, por qué y cómo, luego de que Bahía de Los Ángeles se volviera una reserva de la biosfera en el 2007.
“Voces de Bahía de Los Ángeles”, espero, será un proyecto más literario y creativo de lo que permite la academia, y también tendrá un formato más entretenido y accesible de leer que el de una tesis.
Luego: este proyecto emula el libro de “Voces de Chernóbil”, de la periodista Svetlana Aleksiévich, en el que conoces este episodio histórico a través de testimonios muy distintos, hondos, íntimos, complejos, de personas que no figurarían normalmente en los medios tradicionales, porque, simplemente, no tienen un peso político tan evidente.
Mi objetivo es retratar el momento actual de Bahía de Los Ángeles a través de las voces de los mismos pobladores. Un poco es que el periodista se calle un rato y dé espacio al que da el testimonio (aunque claro que el periodista siempre está presente tras bambalinas, con el trabajo de edición y selección del mismo testimonio) y que quien jamás ha estado en Bahía de Los Ángeles pueda sentir la fuerza de un momento y un lugar con los relatos de aquellos que lo viven y lo crean.
¿Qué papel crees que tiene la comunidad pesquera de Bahía de los Ángeles en el mapa económico de la entidad?
Es el productor de pulpo más importante de Baja California, aunque es verdad que no puede competir con las cooperativas del lado del Pacífico, que trabajan con langosta y abulón, un negocio verdaderamente organizado y millonario. Millonario de verdad.
Me parece —y un poco éste es el meollo del asunto tras la Reserva de la Biosfera de Canales de Ballena y Salsipuedes— que Bahía de Los Ángeles está en el camino de ser un referente ecoturístico, de no depender tanto económicamente de la pesca comercial… Digo, es lo que se intenta, pero es un camino largo y difícil.
Las posibilidades de este ecoturismo son muchas: la presencia del tiburón ballena, y no sólo el hecho asombroso de nadar con este animal, que, bueno, ya es bastante, sino también conocer el trabajo de monitoreo conducido por Abraham Vázquez y el grupo de Pejesapo; acompañar a las chicas de Mujeres con Alas a avistar aves migratorias, al amanecer; conocer el trabajo del grupo de Tortubla con el monitoreo y la protección de tortugas marinas; esnorquelear en alguna de las islas, que para eso ya hay una infraestructura importante, como con Ricardo’s Diving Tours, que tiene ya un largo recorrido en esto; o actividades menos conocidas, como ir a Las Ánimas, un sitio espectacular, con alguno de los muy buenos guías turísticos que hay (pienso en “El Güero” Arce) o conocer la vida ranchera, hacer queso, ver cimarrones con Matilde y Andrea.
¿Quiénes integrarán los 12 relatos de “Voces de Bahía de los Ángeles”?
Estos doce relatos planeo que sean lo más diversos posible. Es decir, me interesan mujeres, hombres, jóvenes. Pescadores, ejidatarios, rancheros, amas de casa, cocineras, buzos, funcionarios públicos.
Depende de su historia de vida. Incluso personas que no son nativas pero que residen ahí, pues parte de los cambios más importantes a nivel ambiental, por ejemplo, han sido por foráneos que se enamoran de este lugar y deciden vivir el resto de su vida ahí.
Tu propuesta se basa en un trabajo directo con la gente, no a distancia como muchas de las actividades periodísticas de hoy en día. ¿Consideras que se ha perdido una parte esencial del periodismo frente a la tecnología?
No creo que el problema del trabajo periodístico hoy día esté relacionado con la tecnología, al final, la tecnología es una herramienta, una cosa, que depende de quién y cómo la use.
Me parece mucho más problemático el modo de mirar. El sur del estado se ve como algo remoto, exótico, lejano, que conocerlo de verdad no merece tanto la pena, esto crea un abandono.
Esto mismo se puede llevar al terreno periodístico, donde sólo se escribe de este tipo de poblados cuando hay conflictos graves relacionados con la pesca, y esto porque va a repercutir en Ensenada o Tijuana.
Es decir, el sur existe cuando el norte puede verse afectado. Luego hay otros textos en los que los pescadores son vistos como almas puras y sonrientes, salvajes e inocentes. En la década de los 40, Fernando Jordán, aquel legendario y quizá excesivamente aplaudido periodista, escribía así de un bahíense: “Chepo sonreía a todo y con todos le hace el ser más simpático que pueda encontrarse en Bahía de los Ángeles, bello lugar de posibilidades turísticas”.
Pues no. Luego de casi ochenta años, deberíamos, como periodistas, ver con ojos menos condescendientes.
Cuando decimos Bahía de los Ángeles, mucha gente lo asocia con vacaciones y tranquilidad. ¿Consideras que tu trabajo final permitirá posicionar al pescador como un personaje vital de la cultura del poblado y no sólo como proveedor turístico?
Es un poco parte de lo que decía antes sobre cómo se mira. Recuerdo una anécdota en Bahía Asunción, un poblado parecido a Bahía de Los Ángeles, pero sobre el Pacífico. En las noches, paseaba en auto con dos amigos locales, Aldo y su hermano Harry, y me señalaban quién vivía en cada casa e incluso el nombre del perro.
En estos lugares pequeños hay una paradoja: terminan por ser lugares más amplios que las ciudades. Porque ¿con cuántas casas podríamos hacer lo mismo quienes vivimos en una ciudad? ¿Tres, cinco, diez? Ellos contaron más de cuarenta. Esto lo traigo a colación porque muchas de las veces entendemos el mundo por medio de una serie de estereotipos bastante equivocados y limitados. Estereotipos que tienen consecuencias terribles.
Recuerdo pensar que los pescadores, en general, eran pobres. Y no: si se supiera cuánto puede ganar un pescador de una cooperativa, es para abandonar el posgrado, huir de la ciudad y ponerte de rodillas sobre la arena del Pacífico y rogar por un trabajo.
Lo que quiero decir es que me interesa que se pueda apreciar lo complejo y variado de comunidades que, por ignorancia, desconocemos. Realidades que más interesantes de las que nos podemos imaginar.
¿Has invitado a algún fotógrafo o ilustrador para que acompañe tanto los relatos o portada del libro?
La verdad es que no, pero es una gran idea. De entrada, se me vienen a la mente los nombres de José “El Güero” Arce y Angélica Escoto, dos fotógrafos muy diferentes y muy buenos.
Finalmente, ¿en dónde y cuándo podremos ver la primera presentación de este trabajo de periodismo cultural?
Esto va a depender de la evolución de mi trabajo, que apenas está iniciando, así que no podría dar una fecha con precisión. Espero que en verano pueda tener esta primera presentación. Si la pandemia lo permite.
Para conocer más sobre la programación de la Secretaría de Cultura de baja California se puede consultar www.facebook.com/BC.