MÉXICO, AGOSTO 11, 2018.- Un suicidio, un marido infiel, un yerno transexual, un negocio en la ruina, un hijo bisexual, narcotráfico, sonrían. La casa de las flores, la nueva serie que estrena Netflix este viernes, desvela las contradicciones de una extravagante familia de clase alta, aferrada a mantener las apariencias que le exige una sociedad clasista como es la mexicana, y las grietas que se abren en su código ético presuntamente infranqueable. Una trama melodramática que en esencia repitieron las telenovelas hace décadas, estancadas en un mismo formato sumamente rentable, pero que el director Manolo Caro reinventa hasta un extremo revolucionario: una versión sin complejos del culebrón millennial.
“A mucha gente le daba pudor definir La casa de las flores como un melodrama o una telenovela. Pensaban que yo me enojaría. Y al contrario. Es coherente y genuino”, cuenta el director mexicano Manolo Caro a EL PAÍS. Pues, según explica Caro orgulloso, “no hay nada más real en la vida que este género, porque vivimos en él”. Reconoce que el proyecto supone la reinvención de un producto que ha sido muy “generoso” con México, devaluado con los años, pero vigente.
Y como un ejemplo de esta transformación sin perder la esencia, la serie introduce como protagonista a todo un símbolo para México y medio mundo. La reina de las telenovelas, con más de 50 años de carrera a sus espaldas, Verónica Castro, es el eje fundamental de una trama que conoce muy bien, pero a la que esta nueva versión la ha descolocado por completo: “A mí Manolo me mintió [ríe]. Yo vine a hacer un papel dramático y al final la gente ha terminado riéndose de mí. ¡Hasta fumo marihuana!”, cuenta entre risas Castro, que interpreta a la matriarca de la familia De la Mora, rica gracias a una exclusiva floristería, pero que realmente vive de las ganancias de un cabaret en una zona popular.
‘La casa de las flores’ reinventa la telenovela ‘millennial’ para Netflix
“A Manolo siempre le ha inquietado este sector de la sociedad. Ya lo vimos en su corto Gente bien… atascada, donde toca esa misma esfera social”, dice la actriz mexicana Cecilia Suárez, que interpreta a Paulina de la Mora, la hija mayor de la familia y heredera principal de un imperio que se tambalea. “Le interesa la forma en que se comportan, cómo tienen un marco moral absolutamente maleable y cómo el poder tiene una forma de acomodarse a lo que más les conviene. La mentira es una herramienta que prevalece entre ellos. Pero pese a todo, hay una raíz profunda en lo familiar. Esa complejidad y sus contradicciones es lo que le llama la atención y su perspectiva es realmente interesante y profunda”, añade.
La casa de las flores desvela sin complejos todos los tabúes de la clase adinerada mexicana desde el primer capítulo. Esta obsesión por no perder el estatus adquirido y el peso del apellido llega hasta extremos tan ridículos y absurdos como esconder un cadáver. También pone sobre la mesa desde el principio temas difíciles de encontrar en la parrilla televisiva mexicana actual, como es la transexualidad o la homosexualidad. “Me parece absurdo que podamos ver a las cinco de la tarde rifles, metrallas, y no veamos un beso entre dos hombres o dos mujeres. Eso es doble moral. Permitimos la violencia, pero no un acto amoroso”, apunta Suárez.
‘La casa de las flores’ reinventa la telenovela ‘millennial’ para Netflix
Uno de los aspectos más polémicos de la serie ha sido la participación del actor español Paco León, que interpreta al marido transexual de Paulina —antes José María, ahora María José—. La intención de visibilizar la transexualidad en la pantalla chica le ha jugado a Caro una mala pasada, pues el hecho de no haber incluido a un actor que realmente fuera transexual le ha propiciado numerosas críticas. “Es un tema que lo hemos abordado con completo respeto. Invito a la gente a que no juzguen antes de ver el producto. Es importantísimo darle oportunidades a personas trans, que haya más estrellas, y que la visibilidad sea más honesta. Pero por algo tenemos que empezar. Yo he hecho pruebas a varios actores transexuales para otros proyectos y como el proceso entre el director y el actor es tan íntimo, tan duro, necesitas profesionales muy versátiles. Llamé a Paco porque me parece un actor estupendo y justo él está en esa lucha de darle visibilidad a muchos colectivos”, explica Caro sobre la polémica.
“Ahora la gente joven no ve casi la televisión, están siempre en la computadora, es ahí donde se puede y se debe hacer algo nuevo”, explicaba Verónica Castro en una entrevista con este diario hace dos años. Después de una década fuera de las tablas, la actriz reconoce que no le había interesado ningún proyecto televisivo hasta que se topó con este: “Estamos intentando hacer una nueva versión del melodrama, totalmente bien hecho y con temas muy actualizados. Habrá sexo, drogas y rock and roll a todo lo que da”, cuenta ahora. Y sobre su regreso apunta: “Ya me solté el chongo [el moño], ya aflojé. Ojalá y les guste a los millennials y que pueda estar en más sitios. A esta edad ya estás más preocupada de que alguien se acuerde de ti”.