BERLÍN, ALEMANIA, FEBRERO 25, 2018.   Oso de Oro a la mejor película de la 68a. Berlinale obtuvo Touch Me Not, de la rumana Adina Pintilie. Pero según aseguran ya medios europeos, esta edición de los premios llevados a cabo en Berlín, Alemania, no habrá de ser recordada por la alta calidad de la selección a competir.

El jurado, presidido por el realizador alemán Tom Tykwer, ha preferido destacar un trabajo que juega en la frontera entre la realidad y la ficción.

A las películas más abiertas o cercanas al público en general, como la paraguaya Las Herederas, la estadounidense Isla de Perros, la mexicana Museo o la rusa Dovlátov, les ha tocado recoger otros osos de plata.

Pero una película arriesgada, como la noruega Utoya 22, juli, de Erik Poppe, que muestra la reconstrucción, en un brutal plano secuencia, del ataque terrorista en la isla de Utoya, al campamento de las juventudes del Partido Laborista, en el que murieron 77 personas durante los 72 minutos en los que un ultraderechista tiroteó a su antojo a los jóvenes allí reunidos, no ha recibido mención alguna en el listado de premios. Obviamente, ya se piensa que alguien del jurado o a todo en su conjunto, le provocó absoluto rechazo.

Adina Pintilie

Touch Me Not, supone el debut en un largometraje de la rumana Adina Pintilie. Su filme también ha obtenido el galardón a mejor primera película. Pintilie entabla un diálogo directo con una de sus protagonistas, Laura, una mujer que no soporta que nadie la toque, y que investiga en su sexualidad, los límites del cuerpo, de la intimidad y de la atracción.

En la otra trama, el espectador asiste a unas clases especiales de yoga en un ambiente casi de laboratorio, con alumnos muy distintos. Dos de ellos llaman la atención de la cámara. Por un lado, Tómas, un hombre sin un pelo en su cuerpo, que ha aprendido a ser observado como un bicho raro. Por otro, Christian, cuyo cuerpo se retuerce por culpa de distintas minusvalías físicas en una silla de ruedas. Todo filmado con frialdad estética y cariño a sus protagonistas.

Las Herederas, del también debutante Marcelo Martinessi, recibió el premio Alfred Bauer, y el Oso de Oro a la mejor actriz para Ana Braun. Las Herederas del título, son una veterana pareja de lesbianas, con décadas de relación a sus espaldas, en Asunción, ciudad en la que su opción sexual parece no importar si se acompaña de una pertenencia a clases sociales altas.

Martinessi maravilla en la indagación del Paraguay actual, ya que una de ellas acaba en la cárcel por las deudas, rodeada de gente de clase pobre, mientras la otra empieza a ganarse la vida como taxista de vecinas y siente un renacer sexual.

Contada sin subrayados, con eficiencia, Las Herederas era una de las apuestas por el cine en español de la Berlinale.

La otra, la mexicana Museo, obtuvo el Oso de Plata al mejor guión, cuando hubiera sido mucho más destacable el trabajo de dirección de su realizador, Alonso Ruizpalacios.

El premio a mejor dirección fue para el estadounidense Wes Anderson, por su maravilla animada Isla de Perros, que merecía algo más. Como Anderson ya había abandonado Berlín en un autobús que lo llevaba de gira de promoción por Europa, en su lugar recogió el Oso de Plata uno de sus actores fetiche, Bill Murray, que ya había subido previemente al escenario al inicio de la ceremonia, para hacer una de sus presentaciones.

El Gran Premio del Jurado recayó en la polaca Twarz, de Malgorzata Szumowska, que reparte indirectas a sus compatriotas, a los que tilda de borrachos y racistas en esta comedia de tinte amargo.

El francés Anthony Bajon se llevó el Oso de Plata a mejor actor por La Priére, y la rusa Elena Okopnaya recibió el reconocimiento a la mejor contribución artística por el vestuario y el diseño de producción de Dovlátov.

El reconocimiento del público en la sección Panorama Documental y el galardón Cine para la Paz se los llevó el clarificador documental español, El Silencio de los Otros, acerca de los crímenes del franquismo.

 

FUENTE: EL PAÍS