ENERO 6, 2018.- Quien haya estado en China, lo sabe. Allí no funcionan algunas de las apps más usadas en Occidente. O al menos no funcionan bien o necesitan de un VPN, que sirve para engañar al servidor y conectarse desde otro país. La internet china, en suma, es diferente.
¿Pero qué pasaría si hubiera no solo dos internets, sino 5 o 50? En parte ya ha empezado a ocurrir. El problema, como en todo, es quién logra mandar en internet.
Hoy internet es “una variedad de sistemas, protocolos, estándares, hardware y organizaciones”, escriben los profesores Wendy Hall y Kieron O’Hara, de la Universidad de Southampton, en su reciente artículo científico “Cuatro internets”. Todo eso incluye un conjunto de servicios y cuerpos que pueden ser nacionales o a menudo norteamericanos: “Para complicar la política, internet creció de varias iniciativas de Estados Unidos y su influencia sigue siendo desproporcionada”, añaden Hall y O’Hara. Nada garantiza que siga así.
Igual que la globalización es una de las víctimas de los cambios políticos recientes, internet como una red única y global también puede diluirse
Igual que la globalización es una de las víctimas de los cambios políticos recientes, internet como una red única y global también puede diluirse. Hay cinco modelos -cuatro redes y un spoiler- que ya conviven en la red actual:
1. Los ingenieros de Silicon Valley
Silicon Valley es la capital tecnológica del mundo. Allí creció internet como un reto técnico. Sigue así: si hay problemas con la red, la tecnología está para resolverlos. Todo lo demás es un engorro para los ingenieros: “La visión más prevalente sobre una brecha de privacidad es verlo como un agravio, que requiere que la víctima muestre prueba de daño”, escriben.
La visión de Silicon Valley es la más abierta, sin apenas regulación, más allá de que las compañías proveedoras de internet aseguran la neutralidad de la red, que consiste en no discriminar y que los usuarios deban pagar más por unos servicios que por otros.
2. La dignidad burguesa europea
El segundo modelo de internet es el basado en la legislación europea. Desde Bruselas hay límites y los ponen los gobiernos. La reciente ley de Protección de Datos (GDPR, en sus siglas en inglés) es la mejor muestra. Además de controlar los datos, la ley asegura que los protagonistas mantengan sus puestos y el crecimiento de nuevas start-ups disruptivas sea más complejo por lo enrevesada de la legislación.
La Unión no solo se preocupa por la privacidad, también por los alquileres en los centros de las ciudades de Airbnb, por ejemplo, que se preocupa poco en su opinión por el bien general. La regulación es central en la visión burguesa europea, donde el poder público es garante de la dignidad de los usuarios.
3. El autoritarismo chino
La tecnología iba a ser el factor que derribara regímenes autoritarios y, de momento, ocurre lo contrario. El mejor ejemplo es China. Los gigantes de internet en China son chinos (Baidu, Tencent, Alibaba), los extranjeros no pueden entrar sin sus condiciones, como el caso de Apple, que tuvo que poner en China los servidores con los datos de sus usuarios chinos. La tecnología da una extraordinaria capacida de control sobre los ciudadanos.
Hay algo que da a China una ventaja comparativa espectacular: la capacidad de escalar rápido a cientos de millones de usuarios dentro del país, pero no es el único factor. Hay al menos cinco más, según Hall y O’Hara: “Dudoso imperio de la ley, consumo masivo, demanda extremadamete cambiante, competición a degüello y proximidad a un centro barato de producción”.
Este modelo es chino, pero puede replicarse en países donde prefieren que la información no circule libremente.
4. La prioridad comercial de Washington
Si en Europa, la ley la impone el legislador, en el modelo de la capital de Estados Unidos mandan los intereses comerciales. Las grandes operadoras telefónicas son dueñas de la red y por tanto tienen derecho a imponer sus precios variables para navegar por cada servicio por encima de la neutralidad de la red.
La cultura del hípervínculo rápido y libre desfallece. Google o Facebook cada vez mandan menos tráfico al exterior. Su prioridad es mantener cautivo al usuario para que su atención se dedique a sus anuncios. Estos “jardines vallados” representan una internet menos conectada, que pone los intereses comerciales por encima del interés público o de la preferencia por la apertura de Silicon Valley.
5. Los spoilers vienen de Rusia
Queda un modelo que es más bien como una sanguijuela: vive de los demás. Rusia ha aprovechado la apertura de la red y la polarización política para perfeccionar su viejo modelo de la desinformación y las conspiraciones para debilitar a rivales.
Su victoria sería la más peligrosa, según dice Hall, directora del Instituto de Ciencias de la Web y profesora de Informática en Southampton, a este periódico: “Lo peor que podría ocurrir es que el modelo spoiler gane tanto terreno que la confianza en internet y en la red quede perjudicada por una generación”.
Estos cuatro modelos son más fáciles de ver porque están basados en geopolítica, pero pueden surgir muchos más
¿Cuánto queda para saber qué ocurrirá? “El ritmo es de la política”, explica O’Hara, profesor de Informática en Southampton. “El ascenso de China ha ido acompañado el crecimiento económico chino durante 10 años. La división entre Silicon Valley y el modelo de Washington ha aumentado con Trump, aunque siempre ha estado ahí. Así que muchos de estos movimientos siguen a la política y se mueven igual de rápido”.
Estos cuatro modelos de internet son más fáciles de ver porque están basados en geopolítica, pero pueden surgir muchos más. Sus consecuencias no se quedan solo en la red. Las prohibiciones a Huawei y Kaspersky para trabajar con el gobierno de Estados Unidos son un ejemplo más de este proceso: “Los argumentos sobre Huawei son ejemplos de rechazo en contra de, primero, el autoritarismo chino, y segundo, los hackeos chinos, que son otro spoiler como el ruso”, dice Hall.
Estos modelos de internet seguirán. El reto es saber qué peso tendrá cada uno y cuál será el dominante: ¿se desplegarán copias de la legislación europea en otros países? ¿Logrará China calcar su modelo en África y Asia? ¿Conseguirá Estados Unidos aclararse con qué le conviene más? “Es difícil si no imposible predecir cómo cada internet evolucionará y debido a que todos ven valor en alguno, es poco probable que mueran del todo”, explica O’Hara. “Nuestra recomendación es que el gobierno de internet sea sensible a las distintas visiones y se adapte a las actitudes de todas las culturas. La infraestructura no puede ser dictada por una sola visión”.
Con información de EL PAIS