TIJUANA, MARZO 21, 2018.- Dicen que era una diosa ´pa bailar; de noche a noche, en un lujoso, poderoso y picudísimo bar… Así la describe el canta autor urbano Roberto Nuñez “El Teacher del Rock al ser el primero en cantarle a una mulata de padre filipino y madre cubana (afirmó) nacida en la calle y en ella se quedó toda su vida para convertirla prácticamente una imagen viviente de los excesos de la frontera pero a su vez en un ícono de la falta de atención seguimiento y compasión para los indigentes, que descuidados por la ignorancia social, la drogadicción y el alcoholismo pueden pasar 60 años sin ser vistos.
María Luisa Castro Valenzuela, un fantasma, la dueña de la Zona de tolerancia de la ciudad; la conocida, la temida, la inbañable, la enferma de VIH, la de las manos sucias, la que contagiaba en las calles, la que daba miedo, la que sufría, la agresiva, la borracha, la pobre mujer, la necia, la bailarina, la de los calcetines sucios, la que te pedía, la que no quería ayuda, la hija de una prostituta, la escoria humana, la abandonada, la sentada en las puertas de catedral, la tijuanense, la que amaba a Dios, la que respetaba a Jehová, la que te decía “muñeco“, la amigita de las mujeres, la hija descarriada para las religiosas, la nota de color para los periodistas, la que motivó la canción, la vergüenza para el turismo, la mugrosa que corrías al aventarle agua, la recogida en El Refugio a sus 61 años, la sobreviviente la hoy muerta al desangrarse por dentro, la Maguana.
De piel oscura, cabello chino enredado hasta llegar a las rastas, pies grandes, sucios, descalzos, la mulata de boca grande con sólo dos dientes, cara arrugada, sin el ojo derecho, de un metro 65 de estatura y un fuerte olor a alcohol rancio, así caminaba por Tijuana.
Carente de pena, alejada del pudor, transtornada de la mente, mostraba su cuerpo mientras pedía un trago de gran tonaya su bebida preferida, un destilado de caña que ha probado ser mortal entre los enfermos de alcoholismo de escasos recursos, a razón de (20 pesos promedio)
Maguana se define entre los que así la apodaron a finales de los 70´s como una partícula que pretende emular un sonido o voz africana que no tiene más significado; pero para muchos otros residentes de la Zona Norte (donde pasaba la mayor parte del día) tomando alcohol, bailando y haciendo maldades a los transeúntes Ma significa Marihuana y guana, nativo de África, es ese guana usado en el socorrido chistes africano para pedir que a uno no le pase nada “A mi no guana!” (A mi no compa, bro, caval, carnal, tío, viejo, chavo!) es la referencia a un tercero. Maguana es un tercero o tercera persona marihuana: Maguana.
Su historia real está materialmente vedada para la comunidad puesto que la única que la contaba era ella, pero llena de contradicciones; la Maguana era una verdadera cadena de contradicciones que llegó a genera un verdadero mito en torno a su persona, una bailarina hermosa en un bar conocido como Chicago (habrá quien diga que no!) sus familia (su mamá una mujer que se dedicaba al sexo servicio), su verdadero padre (un filipino, otros aseguran que era un afro). Con versiones que respondían a su grado de alcoholismo una cronología de acontecimientos que confirmaban sus datos, a los días lo negaba todo.
No obstante esta leyenda urbana, fallecida hace unas horas (21 de marzo: 8:30 am en el Asilo El Refugio) no escapa a la voz pópuli por lo que le presento parte de lo que se dice de ella y lo que ella llegó a confirmar pero más tarde a negar rotundamente y hasta molesta.
Cabe hacer notar que entre estos argumentos se encuentra el hecho de “haber perdido” a sus dos hijos aparentemente por su vida loca. Pero, como le he comentado, María Luisa, como usted podrá intuir, negó haber dado a luz jamás.
Esto comparte un autor anónimo.
Maria Luisa Castro, según registros del albergue Las Memorias era una indigente que deambulaba por las calles de Tijuana, particularmente por la Zona Centro y en sobradas ocasiones, por la Zona Norte. Muchos afirman que en su tiempo fue prostituta (y de las más solicitadas dados sus dotes de belleza) y que se “aventó” al vicio; otros afirman que solamente era una bailarina que se enamoró de un lugarteniente de la zona y que fue rechazada, cayendo en la drogadicción para aliviar las penas del desamor… Hay muchas historias que circundan este personaje, que a mi opinión, es uno de los más representativos de la ciudad y que encarna todos los vicios de Tijuana: todo en una sola persona, La Maguana.
Cuando es sometida por las autoridades locales, no es bienvenida en las estancias gubernamentales, ya que Maria Luisa era VIH positiva.
El albergue particular “Las Memorias” ha sido el único en el estado que trata personas con éste tipo de enfermedad, ya que el resto de las paraestatales con éste giro, “responsables” de tratar este problema social, acomodan miles de pretextos para negar apoyo, por consiguiente, el indigente vuelve a la calle reincidiendo en el vicio y el desorden.
Durante la entrevista, en uno de esos momentos en que el encargado del albergue volteó para otro lado, La Maguana le cuchichea al oído a mi amigo: “Oye, si vas ‘pal Centro… ¿saca un raite no?“.
El autor dibuja con precisión el personaje que a las cámaras de televisión nos contó en pleno Callejón Coahuila, sentada en la banqueta, que había hacido en las calles porque ahí la tuvo su mamá y que:
“absolutamente yo no tengo la culpa de vivir en las calles. Aquí me tuvo mi madre y aquí me quedo”, decía.
Alguna vez, religiosas que me han pedido omitir su denominación se acercaron a Zona Norte y ahí al pié de la Catedral de la Calle Segunda le ofrecieron albergarla, comida y atención médica, aquí entre nos, yo le había tendido una trampa a La Maguana para que se la llevaran ahora fuera de la mala influencia del Tonaya otros indigentes y las drogas.
Sostenida del brazo por las religiosas se las quedó mirando fijamente para decirle a manera de súplica:
-Ay! nooooo madre!!! yo no me quiero ir de aquí, esta es mi casa y la verdad estoy muy a gusto!
Esa fue la última vez que quien esto escribe junto con mis hermanas religiosas nos metimos donde nadie nos llamaba.
Sí, María Luisa escogió las calles y en ellas vivió 61 años.
Ni autoridades, ni la bondad religiosa, ni la sociedad pudieron excepto la muerte!
La Maguana murió de 45 kilos de peso de acuerdo con el pastor Jesús Mondragón, director de El Refugio (un asilo de ancianos en condición de calle) médicos que la atendieron informaron que presentaba un sangrado irreparable en el tubo digestivo, afectación irreversible en sus riñones, hígado en falla orgánica además de demencia senil. La cirrosis hepática fue una de las más agresivas además de otras penosas enfermedades que la consumieron.