Tijuana BC 28 de Agosto

Cada vez que ingieres una barrita energética estás alimentando la central eléctrica de tu organismo. Los procesos de metabolización de la glucosa y otros nutrientes alimentan de energía tus músculos, los latidos de tu corazón o los millones de microdescargas eléctricas que se producen en las sinapsis de tu sistema nervioso y cerebral. Todos esos procesos liberan energía en forma de calor o energía cinética. Solo tu corazón ya late cuarenta millones de veces al año. Sin embargo, toda esa energía, más allá de la que utiliza tu organismo de forma inmediata, se disipa en la atmósfera. Paradójicamente, también andamos de un lado a otro esclavizados por la escasa duración de las baterías de nuestros móviles u otros dispositivos portátiles. Es el caso también de los wearables: aparatos que se integran en nuestra ropa o cuerpo y que tienen sus propias exigencias energéticas.

¿Y si encontráramos la manera de canalizar la energía de nuestro cuerpo para cargar el último modelo de reloj inteligente que hemos adquirido? En cierta manera, es algo parecido a aquellos antiguos relojes de muñeca que se cargaban con el pulso y el movimiento cotidiano, solo que infinitamente más sofisticado.