EUA, FEBRERO 26, 2018. Veinte años después de su relación con el entonces presidente de los Estados Unidos Bill Clinton, Mónica Lewinsky revela en un artículo que escribió para la revista ‘Vanity Fair’, lo sola que se sintió en medio del escándalo, y la esperanza que le da hoy, el auge del movimiento #MeToo.

En 1998, cuenta Lewinsky que se sintió utilizada por el fiscal que llevó el caso, Kenneth Starr, y por los medios cuando ella sólo tenía 24 años y era una becaria no remunerada. La edición de marzo de la revista contiene un extenso artículo que comienza relatando su encuentro por casualidad con Starr en un restaurante.

La época de finales de los 90 marcó además el momento en que se explotaba internet como propagador viral y fuente de acoso. Una herramienta que aplastaba la línea “entre hechos y opiniones, noticias y chismes, vidas privadas y juicios morales públicos”, señala Lewinsky a sus 44 años.

Internet era ya tal fuerza motriz del flujo informativo que, cuando el Comité Judicial de la Cámara de Representantes decidió publicar online los ‘hallazgos’ de Ken Starr, “significó para mí que cada adulto con un módem podía leer mis conversaciones privadas, mis pensamientos personales -sacados de mi computadora-, y peor, mi vida sexual“.

Lewinski habla del “infame” informe Starr, conseguido entre otras cosas, cuando “un grupo de agentes del FBI arrinconaron en un cuarto del Pentágono a la joven de 24 años, y le dijeron que afrontaba 27 años de prisión si no cooperaba”.

La becaria en la administración Clinton, reconoce que con 22 años entró en una relación “consentida” con un hombre casado de 49 años. Aunque matiza también que era su jefe. “Era el hombre más poderoso del planeta. Era 27 años mayor que yo, con suficiente experiencia vital para saber que aquello no estaba bien. Él estaba en la cumbre de su carrera mientras yo ocupaba mi primer puesto al salir de la universidad”.

Lewinsky asegura que, aunque la relación fue consentida, es ahora cuando empieza a darse cuenta del “increíble abuso de autoridad y de poder” que ejerció Clinton.

Sin embargo, lo peor fue todo lo que se publicó y los rumores, que solamente tenían el punto de vista de Starr, el de Clinton o el de cientos de personajes “en todos los talk shows”, pero no el de ella, que “no tenía permitido hablar legalmente”.

Hoy en día, eso ha cambiado para bien, porque cualquier mujer puede compartir su historia al etiquetarla con #MeToo y recibir de inmediato la bienvenida ‘al club'”.

Las redes de apoyo en internet era algo que no existía entonces. El poder, en aquel caso, “todavía estaba en manos del presidente, del Congreso, de los fiscales y de la prensa”, todo mayoritariamente masculino.

Mónica Lewinsky estuvo sola. “Públicamente sola. Abandonada. Sin apoyos, ni mucho menos el de la figura principal (Clinton)”. Es algo que le ha reconocido hasta “una de las fundadoras del movimiento #MeToo”.

Aunque ella no fue víctima de abusos sexuales, sí lo fue múltiples veces de abusos de poder, antes, durante y después de su relación con Clinton. Además del abuso de información de medios y todo aquel que quisiera opinar.

“Tenemos una enorme deuda de gratitud con las heroínas de #MeToo y #Time’sUp, porque sus movimientos lo dicen todo sobre las conspiraciones del silencio que durante tanto tiempo han protegido a los hombres poderosos cuando de abusos de poder, acoso y abusos sexuales se trata”, escribe Lewinsky, quien concluye utilizando un proverbio mexicano: “Intentaron enterrarnos, pero no sabían que éramos semillas…y ha llegado la primavera”.

Nueva era

Los tiempos han cambiado y con ello la manera de enfrentar ciertas situaciones. Hoy en día, el presidente de Estados Unidos enfrenta más de una docena de acusaciones por abuso sexual, ha hablado públicamente de tocar en las partes íntimas y sin consentimiento a las mujeres, pagó más de 130 mil dólares a una prostituta para que no publicara sus relaciones, ha insinuado el deseo que siente por su propia hija, tiene una esposa trofeo, y mantiene su postura de que las mujeres existen sólo para placer de los hombres, sin que nada asuste ni a la prensa oficial, ni a sus seguidores, quienes apoyan sus gustos y para quienes nada de esto es ya un escándalo.

 

 

Con información de la Prensa Gráfica