NUEVA YORK, ENERO, 15, 2018.- La primera feria del año que celebra el sector del automóvil arranca en Detroit en un momento incierto en la negociación para modernizar el acuerdo de libre cambio entre Estados Unidos, Canadá y México. La industria del motor es compleja y sus operaciones en los tres países están perfectamente integradas. Cualquier cambio en las reglas de juego puede afectar a su negocio cuando se modera la demanda y llevar a los consumidores al mercado de segunda mano.

El presidente Donald Trump pareció mostrarse la semana pasada algo más flexible al hablar del futuro del TLC. Sin embargo, mantiene la amenaza de la retirada si no se consiguen introducir cambios que permitan proteger el empleo en EE UU. Mary Barra, consejera delegada de General Motors, cree que al final el tratado comercial sobrevivirá. La cuestión es la forma que tendrá y ahí las cosas no están claras.

La ejecutiva se reunió hace un mes, junto a Sergio Marchionne, del grupo Fiat Chrysler Automobiles, y Joe Hinrichs, responsable de las operaciones de Ford Motor, con el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, para expresarle su preocupación por la deriva que estaba tomando la renegociación. Temen que el resultado final acabe elevando los costes de producción y ponga sus empleos en riesgos.

Donald Trump está presionando a las grandes compañías industriales a producir más en el país, y para conseguirlo propone introducir cambios importantes en el TLC. La Casa Blanca busca modificar así las reglas de origen recogidas en el tratado para elevar la cantidad de componentes fabricados en EE UU que deben tener los coches para así poder recibir un tratamiento libre de aranceles en la frontera.

Barra reconoció durante la presentación del nuevo pickup Silverado de Chevrolet que todavía hay mucho trabajo por hacer en la negociación del TLC. Pero se mostró esquiva al decir si la actualización del tratado le llevará a cambiar su estructura de producción en México. Eso dependerá, como dicen otros ejecutivos de la compañía, de cómo queden los términos finales tras la negociación.

Mayor riesgo

Los pickup como el nuevo Chevy serán, de hecho, los grandes protagonistas de la cita anual en la capital del motor. Pero hay múltiples cuestiones a las que se enfrenta en este momento la industria que van más allá de las nuevas tecnologías de conducción autónoma, como los cambios en la legislación fiscal o en el consumo de combustible. La revisión del TLC le plantea un riesgo mayor.

GM insiste que seguirá usando sus plantas en México. Fiat Chrysler, sin embargo, acaba de anunciar que transfiere a Warren (Michigan) la producción de la nueva generación del pickup Ram Heavy Duty, en una maniobra que le permitirá reducir riesgos en el caso de que se rompa la negociación y las importaciones de sus vehículos se vean sujetos a un arancel del 25%, lo que elevaría su precio.

El salón de Detroit arranca oficialmente este miércoles, a una semana de que se celebre la sexta ronda de negociaciones del TLC en Montreal (Canadá). Los tres fabricantes tratan desde hace meses de educar a la Casa Blanca sobre cómo funcionan sus operaciones en los tres países, que están completamente interconectadas. Prefiere trabajar de una manera constructiva para conseguir unos resultados favorables.

Libre comercio

La Alliance of Automobile Manufacturers, que representa a los fabricantes, insiste que el problema no es el libre comercio sino el hecho de que EE UU no cuente con suficientes acuerdos de libre cambio. México, por ejemplo, tiene tratados comerciales con casi medio centenar de socios que le permiten exportar vehículos fabricados en su país sin aranceles a casi la mitad del mercado global.

Tanto los fabricantes como las empresas auxiliares advierten de que los cambios que están sobre la mesa no solo les elevarán los costes, además no resolverán el problema del déficit comercial de EE UU, que es el principal argumento que usa Trump para revisar los tratados comerciales como el TLC. Todos coinciden, sin embargo, que las reglas deben actualizarse para reflejar la nueva realidad económica.