JUNIO 4, 2019.- El 5G, que comenzará a implantarse en España a partir del próximo año, promete un mundo nuevo: mejores conexiones con capacidades de transferencias de datos más de 10 veces superiores a las actuales y respuesta en milisegundos entre la orden y la ejecución de la misma. No es una mejora solo para los usos personales: la robotización, las ciudades inteligentes, el internet de las cosas, la conducción autónoma o las operaciones remotas, están pendientes de su implantación. Las aplicaciones son enormes. Pero, como en todos los avances, siempre hay víctimas colaterales. Una investigación publicada por Nature advierte de la incidencia de esta tecnología en los satélites que monitorizan el tiempo. Además, el consumo eléctrico y las consecuentes emisiones contaminantes crecerán. El espectro que actualmente ocupa la TDT en España, también se verá afectado.
El tiempo
Los satélites que apuntan a la tierra para monitorizar la concentración de vapor de agua en la atmósfera son claves para elaborar las predicciones meteorológicas y estos se verán afectados por las interferencias que causarán los dispositivos que operen con 5G. Estados Unidos ha comenzado la adjudicación de bandas entre los 24.25 y los 25.25 gigahercios. Aquellos dispositivos que utilicen la banda más cercana a los 23.8 gigahercios que usan los medidores de vapor causarán interferencias que impedirán la detección de las concentraciones y la elaboración fiable de pronósticos meteorológicos, apunta la investigación publicada en Nature.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA por sus siglas en inglés) y la Agencia Espacial Norteamericana (NASA) han reclamado a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) que colabore para evitar el problema, que no afectará solo a EE UU sino a todas las agencias meteorológicas que se alimentan de estos datos. El Centro Europeo para Predicciones Meteorológicas de Rango Medio, con sede en el Reino Unido, se ha alineado con sus colegas norteamericanos en la demanda de acuerdos para preservar las frecuencias de sus equipos.
El responsable del Observatorio 5G de España, Federico Ruiz, explica que las interferencias se podrían dar en los satélites o radares con frecuencias incluidas en la banda que utilizará la nueva generación de telefonía, pero asegura que es una cuestión de reordenación. “Es como urbanizar de nuevo un territorio que ya está lleno de casas. Si hay que hacer una calle, puede que afecte al jardín de una de ellas”, simplifica para explicar el conflicto. Sin embargo, cree que es una cuestión que, aunque se ha expuesto ya en EE UU, no se ha dado todavía en España y que se solucionará cuando se produzca.
Para afrontar conflictos como este, los reguladores mundiales se reunirán en octubre en Sharm el-Sheikh (Egipto) con el fin de acordar las frecuencias en las que deben operar las compañías y los niveles aceptables de interferencias.
Consumo eléctrico y contaminación
“Descargar una serie equivale al consumo de una antigua bombilla de 60 vatios encendida durante 20 horas”, advierte Ramón Rodríguez, director asociado de Sostenibilidad y Energía en Arup España, una empresa de ingeniería y consultoría presente en todo el mundo que trabaja en proyectos de sostenibilidad. Este mayor consumo que causará el ingente uso previsto de las redes y el consiguiente aumento de las emisiones contaminantes es otro de los efectos colaterales de la nueva telefonía.
Los técnicos de Arup explican que los centros de procesos de datos consumen una media de 200 teravatios- hora (TWh) por año, el equivalente al consumo de un país como España. Esta demanda supone el 1% del total de electricidad del mundo y genera un 0.3% de las emisiones de carbono globales. Si a esos centros se le suman todos los dispositivos y redes vinculados a los mismos, toda esta tecnología necesita entre el 5% y el 9% del consumo mundial de electricidad y eleva al 2% su participación en la contaminación mundial, similar al generado por el transporte aéreo.
“No hay que ser alarmista, pero sí hay que mirarlo con perspectiva y poner remedio”, afirma Rodríguez. Este directivo asegura que hay mecanismos para hacer más eficientes los centros de datos, una medida que, además, supone un retorno inmediato en la inversión. “Se puede conseguir un ahorro de entre un 28% y un 32% en el consumo por gigabyte y el correspondiente en emisiones contaminantes”, asegura.
Este experto pone ejemplos, como la mejora de los equipos de refrigeración de los complejos de datos o de los puntos intermedios para reducir el consumo y aumentar la energía frigorífica generada, o mejorar la localización de los mismos para situarlos en los espacios más fríos, o redistribuir la carga de los servidores para tener uno al 90% en vez de tres al 30%, o llegar a acuerdos con compañías suministradoras para asegurar el mayor porcentaje de energía renovable. Y estas medidas, que ya están aplicando grandes compañías, se pueden implementar, según afirma, sin reducir las garantías de suministro, prioridad de cualquier tecnológica frente a otras medidas.
Televisión
La Televisión Digital Terrestre (TDT) en España también se verá afectada, ya que debe dejar libre la banda de 700 megahercios, clave para garantizar la cobertura del 5G en las zonas más aisladas. Las comunidades tendrán que readaptar las antenas y los usuarios, resintonizar sus televisores.
Además, según advirtió ya la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), dejar esta banda al 5G supondrá la pérdida de un 30% del espectro que utilizan los servicios de TDT.
Otros efectos
La implantación de la nueva tecnología también tendrá otros efectos. El 5G exigirá dispositivos adaptados al mismo si se quiere aprovechar el potencial de esta tecnología, por lo que generará un nuevo flujo de aparatos obsoletos que pasarán a la cadena de residuos.
También los desarrollos de estos dispositivos implican el aumento de la producción de los materiales necesarios, algunos de ellos con un gran impacto ambiental.
Información de EL PAIS