LOS ÁNGELES, DICIEMBRE 14, 2018.- Yalitza Aparicio no tenía intención de hacer el casting, estaba simplemente acompañando a su hermana. Pero el destino la puso frente a la cámara y esta mexicana de origen mixteco, que apenas se había graduado de maestra y estaba sin trabajo, se convirtió en la estrella de Roma, la más reciente producción de Alfonso Cuarón, que ganó el León de Oro en Venecia, está nominada a tres Globos de Oro y suena con fuerza para el Óscar.
No era algo que realmente yo quería o que había soñado, señaló Aparicio, que ayer cumplió 26 años. Debido a tu nivel socioeconómico o a tu cultura crees que no puedes aspirar a ser actriz, a participar en este medio, que suena como a algo de fantasía.
Después de Gravedad, ganadora de siete óscares, Cuarón apostó por un proyecto muy personal y contó –en blanco y negro– la historia de las dos mujeres que marcaron su infancia: Cleo, la empleada doméstica de origen indígena que queda embarazada tras sus primeras experiencias sexuales, interpretada por Aparicio, y la señora de la casa, su madre, interpretada por la actriz Marina de Tavira, a quien el marido está por dejar por otro amor, todo enmarcado en la turbulenta etapa de México a inicios de la década de 1970.
Aparicio no tuvo una Cleo en su niñez en Tlaxiaco, un pueblo de unas 40 mil personas en Oaxaca. Más bien su madre, que la crió sola, se desempeñó como trabajadora del hogar, y eso le ayudó a entender el contexto de esa relación de amor y desamor entre empleados domésticos y patrones. Hubo escenas durante el rodaje que removieron mis recuerdos y fue surgiendo sola esa necesidad de mi personaje de querer proteger a los niños con respecto a lo que estaba pasando para que ellos no sufrieran, cuenta.
Cuarón aseguró que en Roma tuvo a los mejores actores con los que ha trabajado. El primer requisito para entrar al elenco era tener parecido físico con los personajes de la vida real del realizador. La directiva era que tenían que parecerse físicamente lo más posible a las personas originales. Y encima de eso, que tuviesen la misma energía, explicó.
La hermana de Aparicio no hizo el casting por su embarazo avanzado. Y ya que la joven maestra estaba allí, hizo una primera de muchas pruebas que terminaron dándole el papel inspirado en Libo, la nana del director que, según él, llora cada vez que ve la película.
Antes de filmar, la actriz se reunió con la ahora vieja ex trabajadora doméstica. Me contó solamente cómo llegó a la casa, cuál era la relación con la familia, pero se quedó hasta ese punto.
A partir de allí comenzó a filmar. Cuarón no entregó todo el libreto al mismo tiempo, sino a medida que avanzaba la filmación en aquella réplica de la casa de su infancia en la colonia Roma, el barrio de clase media alta en la Ciudad de México, que impresionó a su madre, fallecida recientemente, y al resto de su familia.
El trabajo de Aparicio ha recibido el aplauso de actores como Tom Hanks, y The New York Times la incluyó en la lista de las mejores actuaciones de 2018.
Después de vivir toda esta aventura me di cuenta de que el cine no es algo lejano a lo que yo siempre he soñado; mediante películas también se puede educar a la gente de forma masiva, pero veremos si se presenta alguna propuesta, dijo con humildad la actriz sobre su futuro.
Por ahora, seguirá viviendo este momento de su vida, que no sólo incluye aplausos, sino también insultos racistas y clasistas de algunos compatriotas tras aparecer con ropa de diseñador en la revista Vanity Fair. Aunque ella los ignora y se concentra en lo importante: el cambio.
Le estoy mostrando a mi gente que ellos también pueden llegar a algo así, que no simplemente por no cumplir con características de ser rubia (y tener) ojos verdes significa que no puedes estar, aseveró. Hay ciertas cosas que van a ir cambiando poco a poco en nuestra cultura y ojalá que después de esta película haya algún aprendizaje.
Con información de LA JORNADA