TIJUANA, OCTUBRE 3, 2018.- En la primera banca estaba el Ingeniero Jorge Hank acompañado de su esposa la señora Carolina Kabande de Hank. Ahora le tocó al político y empresario participar, pacientemente en un evento de su amigo, como lo hizo Paco multitud de veces. Esta vez será el último, esta vez su adiós.

Frente al púlpito de mármol, colocada sobre una mesita redonda de madera y encima de un mantel de encaje descansaba la urna color vino donde reposarán las cenizas de un gran hombre.

12:05 horas, Playas de Tijuana, Parroquia Santa María Estrella del Mar, una voz en medio la iglesia dice con voz ronca: “ya no fue a las puras 12:00” refiriéndose a la puntualidad de las ceremonias religiosas que comienzan al tañer de las campanas. Pero esta es una celebración diferente, con una iglesia abarrotada, con unos presentes que se desgastaban en elogios por  la figura amable de Don Paco Ramírez. Así que la hora dejó de ser importante.

Monseñor Rafaél Romo Muñoz, arzobispo emérito ofició en tanto que Miguel Ángel Badiola con voz pausada leyó las escrituras mientras todos participaron al responder a la liturgia.

Monseñor Romo Muñoz, dijo que por muchos años conoció y trató a Francisco Ramírez Guerrero y con esto advirtió que la noticia de su muerte en verdad “lo sorprendió“, tal vez porque nos acostumbramos a los buenos amigos, nos acostumbramos a pensar que si nosotros estamos, ellos también estarán y este pensamiento tan común es un error.

En la homilía Romo hizo énfasis al pasaje bíblico en el cual Jesús resucita a Lázaro, ante los ojos asombrados de todos y muy a pesar de que eso es un acto imposible. El ministro religioso indujo a los presentes y sobre todo a los familiares a tener fe en la resurrección de su ser querido, un principio medular del cristianismo.

Frente a los ahí presentes la imagen a color de la fotografía de Paco Ramírez con una sonrisa franca, abierta y con barba canosa abundante en un simbolismo que cada año, de manera solidaria, repetía una y otra vez para acompañar a su amigo Jorge Hank en una pena compartida que cargandola él y otros amigos más, pretendían hacérsela menos pesada.

Al término de la misa Monseñor Rafael Romo llamó a la familia a acudir con la urna la cual ya tenía algunas gotas de agua bendita, la culminación de la tradición católica que abre paso para que sus restos ahora esperen el momento de la resurrección. Ahí descansarán junto con los restos de su mamá en la iglesia cuyo nombre tiene una simbología que más adelante explicaré.

Entonces comenzaron los abrazos sentidos, algunos rostros profundamente tristes por la ausencia del amigo, otros con alegría de saber que Paco vivió intensamente y además en esta presencia de la última misa no faltaron los elogios y el reconocimiento a su Don de gente, su trato respetuoso, su calidad de caballero, su amor por su familia y el profundo respeto a sus colaboradores como es el caso de Edith Robles quien junto con otras compañeras y compañeros trabajaron duro, hasta el último día que se presentó en su oficina, la del fondo, la de las puertas abiertas, la oficina donde había dos sillas dispuestas para recibir amigos, la que tenía una televisión prendida para extraer las noticias que entregaba en forma resumida al Ingeniero Hank, la oficina donde hacía ejercicio porque cada vez que alguien entraba se ponía de pie para saludar de mano y luego invitar a tomar asiento. Una y otra vez, todos los días de su vida.

En el Patio de la Iglesia, Leo González, quien trabajó fielmente con él en El Herando, hoy abogado Leo González, quien era su implacable jefe de redacción, con un ojo clínico para encontrar y corregir errores, estaba vuelto un puñado de lágrimas. Su mirada se perdía hacia el interior de la iglesia porque uno de los hombres más apreciados en su vida y trayectoria, se había despedido de este mundo material.

Kurt Honold guardando la compostura, amablemente me dio ánimo, se lo regresé también; Mario Madrigal, el hombre que siempre tiene una sonrisa para todos, estaba serio, daba abrazos firmes, pero tristes.

Olvidaba decir que dentro de la iglesia, antes de que se llevaran la Urna para depositarla en el nicho de la iglesia, Edgar Treviño, su inseparable amigo, caminó al frente para llamar la atención de Monseñor Romo quien le preguntó al micrófono:

-¿Usted quiere decir unas palabras?

A lo que Edgar respondió con la cabeza y un medio audible “nooo”.

Pero cuando el sacerdote despidió a todos con la bendición final, Edgar caminó a la urna, le puso la mano derecha y como si platicara mentalmente con las cenizas se despidió de su amigo.

Al retirarme de la iglesia, escuchaba lo que la gente decía y la coincidencia era invariablemente que perdimos a un gran hombre, a un verdadero caballero. El Dr. Alejandro Álvarez Cárdenas quien siempre tiene palabras precisas y a veces muchas por su gran acervo esta vez habló más con la mirada y volvió a decir mucho de su entrañable amigo. Yo lo pude leer claramente…

Por cierto que fue grato ver entre los presentes a Javier Orantes, un empresario que habló bondades de Paco, pero fue más sorprendente escuchar que su hijo adulto mencionó que cuando niño abrevó esas bondades de nuestro querido Paco.

Dicen que los que terminan esta vida, comienzan un largo viaje, el viaje de la eternidad y por ello de manera coincidente al buscar el significado del nombre de la iglesia me encontré con esto que hace mucho sentido:

“Oh María, Estrella del Mar, guíanos y protégenos en nuestros viajes y por el camino de la vida.

Haz que sepamos descubrir la presencia amorosa del Padre Celestial en las bellezas naturales y que establezcamos vínculos fraternos de amistad y solidaridad, con las personas que tratemos.

Haz oh María Estrella del Mar, que al regresar felizmente a nuestro hogar, podamos abrazar a nuestros seres queridos y entonar con ellos al Padre Celestial, en unión de Cristo, nuestro hermano y movidos por el Espíritu Santo, un himno de acción de gracias, preludio del que entonaremos al llegar al lugar de la eterna felicidad.

Amén”