TIJUANA, MAYO 29, 2019.- EL sol de las 17:00 horas caía a plomo en la ciudad y algunos de los presentes se cubrieron con sombrillas que decían “morena” con “eme” minúscula y de color guinda. Nadie se quiso perder este histórico mitin de Morena y sus aliados; por cierto, un partido de reciente creación, que le dio 30 millones 46 mil votos al actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en las elecciones del pasado domingo 1 de julio del 2018.
A 333 días de distancia de esa hazaña política nacional, Jaime Bonilla Valdez nuevamente está en campaña, con la garganta irritada, luego de pronunciar decenas de discursos; en una campaña de dos meses de duración donde se puso la meta de saludar a mil personas por día. Esta vez regresa al escenario, un escenario con torres para sostener poderosas bocinas como las que se usan en un concierto de Rock y un entarimado donde cupieron perfectamente 40 candidatos de la Zona Costa.
Bonilla regresó al escenario, al entarimado elevado del piso un metro 65 centímetros, pero esta vez… ya no para pedir el voto a favor de Andrés Manuel, él es presidente desde hace casi 6 meses, sino para él, para conquistar esa sempiterna gubernatura panista y de paso conquistar para morena y sus aliados las cinco alcaldías que para el caso de Tijuana la candidatura la encabeza Arturo González Cruz, un político que se la jugó con AMLO cuando eso era el equivalente a ser rechazado como miembro de la izquierda, máxime siendo empresario en la frontera.
Así que los drones comenzaron a volar en medio de una muchedumbre apilada en una media manzana de la Zona del Río, muy cerca del monumento a Abraham Lincoln (una donación, símbolo de amistad del gobierno de los Estados Unidos, elaborada por el escultor Humberto Peraza en 1981) las banderas estaban plantadas incluso en las jardineras y aunque no se suspendió el tránsito, todos bajaban la velocidad al escuchar a todo volumen el estribillo de “morena… morena….”
De camisa blanca con el nombre de su partido bordado en hilo color guinda, saltó al escenario rodeado de cámaras, corrijo, teléfonos que transmiten en vivo y simpáticos jóvenes que no tienen empacho en tapar a los presentes o incluso a los reporteros porque son los encargados de hacer la transmisión en vivo.
La idea está clara: convertirse en gobernador de Baja California para desterrar los colores del panismo que se ha acentuado por 30 años en un estado que llegó a creer en el cambio de Ruffo Appel, para con esta ola blanquiazul crear en esta tierra el “bastión” político del Partido Acción Nacional en el país.
Primero hablaron los candidatos a la diputación. Fausto Gallardo García, del Verde tomó el micrófono con fuerza y con cierto nerviosismo se proyectó al frente de la plataforma para ahí gritar a los cuatro vientos “ya se va el PAN, se va un gobierno lleno de corrupción, un gobierno que le ha quedado corto a los tijuanenses”.
El PVEM ha hecho alianzas con el PRI, pero también con el PAN en el 2000 cuando juntos crearon la “Alianza por el Cambio”. Tal vez por eso en su discurso, más adelante la presidenta nacional de Morena, Yedickol Polensky Gurwitz nacida en la Ciudad de México, cuyo nombre real es Citlali Ibáñez (se lo cambio por dificultades familiares) al dirigirse a Fausto le dijo claramente: “que bueno que ahora sí estés en el lado correcto”.
Por cierto que con zapato de tacón, pantalón negro, camisa blanca y chaleco guinda de Morena, la dirigente nacional hizo un llamado a tener cuidado con los tlacuaches -luego corrigió- con los “mapaches azules son los más peligrosos que existen” y se cuide el voto porque “el tema del robo se les da muy bien”. Más adelante agregó: “somos (dijo al referirse a su partido) el cambio verdadero para que no siga nada de la porquería de estos gobiernos corruptores y perversos que no han hecho otra cosa que robarse el dinero del pueblo.
La tarde comenzó a caer suavemente y el sol se perdía al pasar por una entramado de benditas nubes que nos dieron sombra a los ahí presentes.
Arturo González Cruz, no se arremangó la camisa blanca, pero aterrizó un discurso como jamás se la había escuchado: “sonrían porque vamos a ganar” antes presentó su planilla y luego avanzó hasta el frente del templete para decir que faltan 4 días para hacer un cambio histórico en tanto el camino ya lo puso el presidente López Obrador con un gobierno que combate la pobreza, la corrupción y la violencia y ese ejemplo se va a seguir en Tijuana y en Baja California.
La gente comenzó a gritar duro, duro, duro… En la esquina derecha del templete su familia aplaudía en tanto que una mujer hacía sonar una matraca: “juntos hacer el cambio histórico de Tijuana”, señaló el candidato.
Ahí estaban aplaudiendo los candidatos a diputados y diputadas federales, candidatas a alcaldesas como en el caso de Aracely Brown para Rosarito e igualmente para la mujer que gusta de las botas norteñas, Zulema Adams para Tecate así como el candidato a la alcaldía de Ensenada, Armando Ayala Robles.
De chamarra beige, pantalón de mezclilla y camisa blanca, eso sí sin dejar de sonreír tocó el turno Jaime Bonilla nacido en Tijuana, en la Colonia Libertad, se rascó la cabeza cuando recordó que su amigo el Presidente de México, le decía: “mira, cuando lleguen a tocar las puertas de las casas de los electores ya a llegar un día que te van a decir, los estábamos esperando…”
Y eso pasó… como una revelación, así ocurrió, pero 10 años después. Antes tuvo que ser ignorado, excluido, boicoteado por los grandes medios de comunicación. Pero hoy es el año 2019 y mientras hablaba Bonilla como nunca antes unas 6 mil personas lo escuchaban