TIJUANA, ABRIL 20, 2020.- Dentro de un reboso guinda pálido se nota la figura abultada de un bebé. Cuelga apretado de la espalda de su madre mientras sus pies llegan por abajo de la cintura, pero no se cae. Está tan bien envuelto que ni el viento frío que se cuela por los pies desnudos de su mamá parece no afectarle.
En la esquina del Bulevar Sánchez Taboada y Bulevar Cuauhtémoc, los automovilistas que por ahí pasan van bien tapados con cubre bocas y desde luego, los cristales del carro hasta arriba. En su mente la recomendación dada por nadie en particular: “no abras las ventanas al transitar por las calles”. Y es que desde este viernes 28 de febrero, cuando el gobierno de México confirmó el primer caso del “importado” Coronavirus comenzó la psicosis.
Sin abrirle a nadie transitan los autos para salvarse del contagio y de esa figura diminuta con reboso y suéter gris, ni hablar, ni voltear a verla. Tampoco a su acompañante: otra mujer, joven de origen mixteco de un metro 50 de estatura y ojos de sufrimiento.
Primero fueron desplazadas de sus comunidades en el sureste de Oaxaca y luego desplazadas de Santa Cecilia, una calle de Tijuana donde vendían artesanías y curiosidades para el turismo chino y norteamericano que gustaba venir a conocer México, en ese pasillo de escasos 80 metros.
Piel morena, raza férrea, sin quejas. Acostumbradas al sufrimiento y al trabajo duro ellas no piden limosna.
Con tres pelotitas de plástico hueco, hacen malabares con sus manos. Miran al cielo y a sus pelotas para no perder el equilibro y luego de hacer esta difícil suerte de equilibrio, voltean a ver a los automovilistas que no les dan ni un peso.
Algunos quisieran, pero esta vez no, porque hay Coronavirus y máxime que no llevan ni siquiera cubre bocas: ¿Cómo habrían de comprarlo si lo poco que juntan es para comer, nada más para comer.
No se pueden enfermar, pues no hay dinero para el médico, no pueden exigir ropa pues no se tiene suficiente recurso, no pueden quejarse pues nadie las va a oír.
porque en el ambiente hay un virus que ha provocado una pandemia denominada Coronavirus.
Son las 13:30 de la tarde, en plena Zona del Río. Mujeres indígenas mixtecas que desafían por hambre la Pandemia.
Mañana regresarán a la misma esquina, donde volverán a “trabajar” duro para ganarse el sustento.
Trabajarán en la misma esquina, donde ni quién les quiera ayudar en una ciudad donde más casos de Covid-19 hay en el país y donde se ha ordenado que todos eviten la exposición en la calle por lo que la población hoy se ha quedado en casa.