TIJUANA, SEPTIEMBRE 12, 2019.- En la calle Choix 29 hay un río de aguas negras que corre a cielo abierto y anque las denunicas han llovido a la CESPT por los olores fétidos y nauceabundos, aquí no hay poder humano que resuleva este añejo problema.
De acuerdo con los residentes la contaminación que deja este escurrimiento “no le interesa a las autoridades, porque no viven por aquí”, mencionó la señora Soledad Manrique, residente de esta comunidad desde 1989.
El Campestre Murúa ha sido una comunidad alejada de la mano de las autoridades por lo que a este problema de olores fétidos es una constante.
“Cunado vamos a comer, cerramos la ventana, aunque nos acaloramos y sudamos en la mesa, pero preferible a que se meta la peste de los escrementos que salen del drenaje”, señaló José Manuel Unda, otro residente del Murúa que a diferencia de muchos él nació en Tijuana en la Colonia San José del Río, pero se pasó a vivir al murúa cuando se casó con Margarita Sánchez, un ama de casa molesta por esta condición que le amarga la vida y la comida que a diario prepara.
Los vecinos dicen que “el carrito de la CESPT, llega, disque arreglan, se van y 24 horas más tarde ya está igual” por lo que los afectados creen que la solución debe ser más esmerdada, a fondo, definitiva.
Va pues la denuncia de los residentes a través de Diario Tijuana y las fotografías que muestran la gravedad del caso que no solo los contamina a ellos, sino a todos en la ciudad puesto que las bacterias vuelan y no reconocen colonias, ni riqueza.