BAJA CALIFORNIA, FEBRERO 9, 2021.-En el desarrollo de la apendicitis influyen diversos factores, desde la presencia de un componente genético hasta consumir accidentalmente semillas de algunas frutas o verduras.
El director de la Unidad de Medicina Familiar (UMF) No. 27 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Tijuana, Fortino Guerrero Sauceda, explicó que la capa interna de la mucosa de este órgano se inflama, casi siempre por infecciones, y puede provocar que se cierre el conducto y se llene de pus.
“Puede ser porque un pequeño pedazo de materia fecal obstruye la luz del apéndice, o bien llegan parásitos como la amiba que pueden tapar y provocar la inflamación, además de otras causas como ingerir semillas de jitomate, chile o guayaba que pueden ingresar y obstaculizar el área”, destacó.
Detalló que el apéndice es un vestigio que se origina cuando se forma el intestino grueso o colon, tiene un aspecto de “bolsa”, con una medida de entre seis y siete centímetros y un hueco al interior.
Este órgano, explicó, no tiene una función vital, no obstante es susceptible de inflamarse y propiciar que el paciente requiera una cirugía de emergencia.
El doctor Guerrero Sauceda añadió por lo regular los pacientes con este diagnóstico se encuentran entre los ocho y los 30 años de edad, pero suele suceder con mucha frecuencia en la edad adolescente.
Indicó que los síntomas característicos son el dolor, fiebre y sudoración; por lo regular da inicio en la boca del estómago y conforme pasan las horas va en aumento y tiene un trayecto hasta la zona pélvica del lado derecho.
Las molestias también pueden incluir vómito, fiebre, pérdida del apetito y malestar general en el paciente, puntualizó.
Advirtió que se debe acudir de inmediato al médico familiar ante las primeras manifestaciones, debido a que de no atenderse con oportunidad, la apendicitis puede derivar en perforación, inundar la cavidad abdominal y dar lugar a la peritonitis, que puede llevar a la muerte al paciente.
Finalmente, recomendó a la población mantener una dieta rica en fibra, así como beber por lo menos dos litros de agua al día con el fin de mejorar la función intestinal y disminuir las posibilidad de que este órgano sea obstaculizado con la acumulación residual de semillas, parásitos o heces fecales.