GUANAJUATO, GTO., NOVIEMBRE 9, 2018. Guanajuato, Gto. La muestra más palpable de lo complejo y arriesgado de un oficio como el de realizador cinematográfico es el accidente de la poca continuidad del trabajo profesional, como puede constatarse al escuchar el listado de los títulos y los años de filmación de los mismos, explicaba Felipe Cazals en el Teatro Principal, donde el miércoles se realizó parte el homenaje que la Universidad de Guanajuato le rindió con el título Ver y pensar el cine, que incluyó la proyección de la versión restaurada de Canoa (México, 1975), y en el cual, el martes, le fue entregada la medalla conmemorativa por el sexagésimo aniversario del Cineclub universitario.
Al dictar una conferencia magistral, Cazals realizó una confesión en torno a su filmografía: Lo previsto, y esto es importante que lo sepan ustedes, nunca resulta ser lo que está en pantalla. Puede que exista alguna semejanza con la intención inicial, con el contenido general del proyecto, pero a diferencia de otras expresiones artísticas como la música y su partitura, la literatura y su diario trabajo sobre el tema escogido para la novela o para un ensayo, la pintura, el arte pictórico que permite comenzar a diseñar una tela, la película es el resultado de lo que puede resolverse durante el proceso de algunas semanas que dura una filmación.
El miércoles 7, en el Museo Iconográfico del Quijote, las actividades continuaron con la presentación del libro Cazals, de Alejandra Rojas Limón, que forma parte de la colección Pequeña galería de la cinematografía de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, y fue recipiendario de un par de reconocimientos más, la Medalla al Mérito Humanístico de la Rectoría del Campus Guanajuato, así como la Presea Cervantina por trayectoria artística por parte del recinto museográfico.
Trance indigno
Ahí mostró su angustia por la desaparición del conocimiento y del sentimiento de reconocer la expresión máxima del hombre mediante su creatividad. “Menciono todo esto porque en este momento ninguno de nosotros ignora que estamos pasando en este país por uno de los momentos más severos de la contracultura, la que se llama violencia, despojo, descaro, el desastre y la deriva.
Sin embargo, México, es un país de jóvenes e impondrá su juventud, su amor por la cultura, la defensa de su pasado histórico, a pesar de lo que hemos padecido durante estos años. Es un trance difícil, indigno, pero estoy convencido de que es eso, sólo un trance, porque aquí donde estamos y lo que nos precede es la muestra clara de que el camino es distinto y que lo recuperamos todos y más los comprometidos con la cultura. Muchas gracias.
Esta fue la primera ocasión que el Cine Club de la Universidad de Guanajuato presentó la versión restaurada y aprobada por el autor de Canoa, un clásico del Nuevo Cine Mexicano, que realizó en 2016 la empresa estadunidense The Criterion Collection, con la limpieza cuadro por cuadro, corrección de color, que tomó en cuenta el estilo del fotógrafo Alex Phillips Jr., y que por primera vez no muestra las manchas, los rayones ni los colores deslavados de las copias fílmicas tan comunes en el formato de 35 milímetros.
Ante los asistentes, Cazals reflexionó en torno a la emblemática obra: “Si ustedes vieran desde adentro a Tomás Pérez Turrent (guionista del filme) y a un servidor, si se asomaran en el fondo para ver qué es eso de Canoa, se darían cuenta que la película son cinco falsos documentales y dos versiones auténticas, pero los falsos documentales no están interpretados por gente que pertenezca al mundo documental, sino por actores tal y como si fuera una ficción. Y a su vez, dentro de la historia hay, para cada personaje, una o dos versiones. A quien le cortan la mano dice que no había ventana; él no habla de cuando le mocharon la mano, sino que de que, cuando estaban en la casa de Lucas, no había ventana. Eso es lo que recuerda, porque él piensa que no le habría sido amputada de un manotazo si hubiese habido una ventana por la cual hubieran salido, lo cual es totalmente falso, nunca habrían podido salir por ahí”.
Auténtica película de terror
En síntesis, prosigue el maestro Cazals, es una película profundamente mexicana porque constantemente se contradice. Pues está construido de tal manera que siempre hay una contracción de lo dicho anteriormente o hay una afirmación de la negación anterior. El padre Meza dice que todo mundo sabe que él está enfermo, que lo llamaron y vio unos cuerpos tirados y que luego mandó llamar a la policía. Pero también vemos a Malena Doria (su ama de llaves) pasar a su lado en la sacristía y decirle: dios nos ha de ayudar. Dios nos ha de ayudar, ¿a qué? Esta constante ambigüedad y alternancia de las falsas y verdaderas secuencias lo que provocan en el espectador es esta ansiedad de no ver cumplirse lo que se está anunciando, lo cual, como bien dice Fernanda Solórzano, la convierte en una auténtica película de terror, ese es el modelo, concluye.
Lo que sucede es que Salvador Sánchez nos resulta convincente como campesino, si hubiéramos puesto a uno de verdad no hubiera funcionado. Y finalmente, después de tanta sangre y de tanta barbarie, en la puerta de la iglesia baila el diablo rojo, la sangre indígena, pero adentro se sigue rezando a San Diego y finalmente San Miguel, tambaleante, se va por las calles del pueblo, y el campesino dice: estábamos mal, ahora estamos peor.
El Cineclub del Museo Iconográfico del Quijote ha programado una retrospectiva de Cazals todos los lunes de noviembre, con los siguientes títulos: La manzana de la discordia (1968), Familiaridades (1969), Los que viven donde sopla el viento suave (1973), Las vueltas del Citrillo (2005) y Chicogrande (2010).
Con información de LA JORNADA