ESPAÑA, ABRIL 3, 2018. Resumiendo: Cristiano Ronaldo es infinito. Hoy, rima como nadie en la Copa de Europa. Con el portugués a hombros, el Real Madrid salió de Turín a un meñique de la semifinal de la Champions. Lo hizo a lo grande, porque solo a lo grande se puede golear a la Juve en un estadio en el que solo había perdido en seis de 178 partidos oficiales. El Madrid dejó en la lona a un hidalgo rival al que fundió las neuronas en las dos áreas.
Las portadas para Cristiano Ronaldo, autor de un tanto tan acrobático como monumental, uno de esos goles museísticos para los incunables. Pero entre emboque y emboque del luso, Ramos —que se perderá la vuelta por sanción—, Varane y Navas fueron las perchas madridistas.
En un partido de puertas abiertas, cuando la Juve aún tuvo credo pese al 0-1 de CR, la zaga del Real Madrid también se impuso en los asaltos capitales. Tras fajarse en el cuerpo a cuerpo, el cuadro de Zidane enhebró de nuevo a Cristiano. Mientras el genial delantero brindaba por el que será uno de sus goles testamentales, la estrella contraria, Dybala, fue expulsada minutos después. Fin de partido, fin de eliminatoria.
Zidane resolvió la incógnita con retrospectiva. De entrada, Isco, una forma de rebobinar a la final de Cardiff. Con la misma tropa titular de entonces, un guiño a las cicatrices del Juventus tras la goleada en tierra galesa. Desde las alineaciones ya se advirtió un cruce de caminos. Con Isco, el Madrid envidaba por coser la pelota, por la búsqueda de rutas interiores. Con dos parejas por las orillas —De Sciglio-Douglas y Asamoah-Alex Sandro—, el cuadro italiano quería remar por las alas. Pero antes de que cada cual surcara por su zona, madrugó Cristiano.
A estas alturas de la Copa de Europa, al que es uno de los jugadores totémicos en la historia del torneo, se le dispara la cilindrada. El fútbol le debe una autoría. Lo mismo que se define la zona Cesarini para los goles terminales en los últimos minutos, ya debería registrarse la zona Cristiano. Es decir, sus goles clínicos cuando la Champions entra en combustión.
Por ejemplo, en los últimos 14 partidos, 24 dianas. En Turín le bastaron tres minutos, para él menos de un parpadeo. Un gol que desmintió a la Juve. Con su universal reputación de equipo viscoso, con diez jugadores por detrás de la pelota y en el perímetro de su área, Marcelo filtró un pase a Isco, que emergió liberado por la banda izquierda.
El malagueño echó un vistazo no a CR, sino al sector donde intuía que asomaría el luso. Tal cual. Cristiano se anticipó a los zagueros juventinos y dejó tiritando a la vieja dama del calcio.
Hasta la siguiente ceremonia de CR, el Madrid fue de más a menos. Perdió la costura del fluido Isco inicial y el choque se quedó sin cortafuegos en el medio campo. Modric y Kroos se vieron obligados a escoltar a sus camaradas de los costados, lo que aislaba a Casemiro. Dybala y Khedira lo percibieron y por el eje amenazó la Juve. Pero con más fogueo del que hubiera supuesto la presencia del sancionado Pjanic.
Con todo, en ese punto del partido se agigantaron Ramos y Varane, decisivos en dos cruces ante Dybala y otro ante Betancur. También hubo turno para Keylor, que vaya usted a saber de dónde sacó una mano para desviar a un remate en sus morros de Higuaín. Buffon, mientras, solo fue espectador de un trallazo de Kroos al larguero. Cerrado el primer acto, un océano entre los dos conjuntos. El que separa a Cristiano de Higuaín.
Se corrigió bien Zidane al despertar del segundo acto. Antes de la hora dio carrete a Lucas en detrimento de un Benzema con poca huella. De esa forma, con el gallego de cierre por fuera, Modric pudo centrar su posición y el Madrid ya tuvo otro timbre de autoridad. La Juve comenzó a sentir que se columpiaba en todos los renglones del campo. El Real ya embridaba el juego. Para subrayarlo llegó la galáctica chilena de CR, que pilló en primera fila a seis defensores locales que poblaban el área en ese instante. Llegado el Madrid, no hubo rastro alguno de ese equipo gabardina, impermeable, que etiquetaba a la Juve.
Enfilada la eliminatoria se produjo la expulsión de Dybala, que en la gran pasarela de la Copa de Europa y con el Mundial en juego se quedó corto. Alguna chispita, sin más. Con 0-2 y diez el Juventus, el Madrid jugó con confetis y serpentinas. Un martirio para la Juve, a la que CR tuvo incluso al borde de una zurra histórica, que pudo anticipar Marcelo con su gol. Pero la gran faena ya estaba más que finiquitada. El hechizo del Madrid con Europa se perpetúa a las semifinales. Lo mismo que el flechazo de CR con un torneo en el que se mueve en pantuflas.
Con información de El País